Por: Juan Manuel Aristizábal
Agudelo - Urólogo Medellín Sus
manifestaciones pueden ir desde un simple estado febril que no tenga una causa
clara pasando por las características molestias para orinar tales como el ardor,
el aumento de la frecuencia para ir al baño, la dificultad para orinar, hasta
síntomas inespecíficos generales como serían la pérdida de peso, el niño que no
crece a un ritmo adecuado.
En condiciones normales,
la orina producida por los riñones es conducida, almacenada y vaciada hacia el
exterior por un complejo sistema de conductos conocido como tracto urinario del
cual hacen parte la pelvis renal, los uréteres, la vejiga y la uretra.
Fuera de transportar orina el exterior, el tracto urinario es fundamental para
garantizar la continencia urinaria pues convierte la producción continua, involuntaria
e inconsciente de orina por parte del riñón en una excreción intermitente, voluntaria,
consciente y socialmente aceptada de la misma. Esta labor le corresponde fundamentalmente
a la vejiga. Además, el correcto funcionamiento del tracto urinario es una condición
necesaria para mantener una adecuada función renal.
Muchas patologías
del sistema urinario inferior tienen una repercusión directa o indirecta en la
función renal provocando alteraciones que pueden ser parciales o definitivas,
dependiendo de la identificación oportuna del problema asociada obviamente
a un tratamiento rápido y eficaz, siendo el reflujo de orina la condición que
más comúnmente se diagnostica en los niños que tienen infecciones urinarias.
La orina normalmente es estéril (está libre de gérmenes) y fluye en un sentido
anterógrado, es decir, siempre va desde los riñones hacia el exterior. La
unión de los uréteres con la vejiga funciona como una válvula que permite el paso
de orina en este sentido e impide el flujo en sentido contrario (retrógrado).
Cuando la orina se devuelve desde la vejiga hacia los riñones, generalmente por
una unión uretero -vesical deficiente, es cuando se dice que existe un reflujo
vésico ureteral el cual produce deterioro de la función renal por dos mecanismos.
El primero, que definitivamente es el más aceptado, es porque permite el
flujo de bacterias hacia el riñón ocasionando infecciones renales que de no ser
tratadas a tiempo llevarán a la muerte del tejido comprometido, dejando zonas
del órgano no funcionales conocidas como cicatrices. En segundo lugar
hay quienes afirman que la sola presión de la columna de orina sobre el tejido
renal puede desencadenar el desarrollo de cicatrices, un efecto conocido como
"martillo de agua" El reflujo de orina tiende a desaparecer con el crecimiento
dependiendo de la severidad del reflujo y la edad del paciente. Cerca del 80%
de los reflujos leves y el 50% de los reflujos moderados podrían desaparecer espontáneamente
(con un promedio de 15 al 20% por año de edad del paciente) si reciben tratamiento
médico adecuado.
Mucha atención Si el reflujo
persiste a pesar del tiempo y del tratamiento se considera un signo de mal pronóstico.
La pérdida progresiva de tejido renal funcional como consecuencia del reflujo
vésico ureteral puede generar enfermedades tales como la hipertensión arterial
en el niño, o llegar a extremos tan severos como son el establecimiento de
una insuficiencia renal terminal que amerite un transplante renal, situación que
desgraciadamente no es infrecuente en nuestro medio tal como lo demuestran las
estadísticas de la unidad renal del Hospital San Vicente
de Paúl en Medellín, en donde de los 1.942 transplantes realizados hasta
la fecha, 100 casos se practicaron en menores de 15 años de los cuales el 73%
tenían al reflujo como causa primaria, siendo diagnosticados en su gran mayoría
en edades tardías de la infancia debido a la falta de consulta oportuna de los
padres o a la no búsqueda activa de la enfermedad por parte de los médicos.
Los síntomas de la infección urinaria en niños dependen en gran medida de
la edad del paciente y de su capacidad de comunicación, por lo tanto sus manifestaciones
pueden ir desde un simple estado febril que no tenga una causa clara, pasando
por las características molestias para orinar tales como el ardor, el aumento
de la frecuencia para ir al baño, la dificultad para orinar, hasta síntomas inespecíficos
generales como serían la pérdida de peso, el niño que no crece a un ritmo adecuado,
etc.
Los hijos de padres que han tenido reflujo vésico ureteral están comprometidos
en un 66% de los casos y los hermanos de pacientes con reflujo están afectados
en un 33 - 45%, siendo
más frecuentes los casos en las niñas que en los niños.
El reflujo de orina se presenta más comúnmente
de lo que se cree. Aunque
su prevalencia e incidencia reales son desconocidas en nuestro medio, se calcula
que hasta el 1 % de los niños considerados como sanos pueden tener un reflujo
urinario, siendo mayor su presencia en aquellos que consultan por infección urinaria,
alcanzando porcentajes tan altos como del 29% al 50%, de los cuales ya el
30% tienen daños renales demostrables al momento del diagnóstico.
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